La premisa de que existe una relación determinante entre las áreas de los pies y las partes del cuerpo es la que determina la reflexología podal. Mediante ésta técnica manual estimulamos los reflejos en los pies, con la finalidad de causar reacción en las correspondientes partes del cuerpo y de este modo recuperar el equilibrio.
Se puede afirmar que todo el cuerpo humano está cubierto de puntos reflejos sobre los cuales es posible actuar para aliviar dolores y tensiones, existen además zonas en las cuales las concentraciones nerviosas son mayores, estas zonas se situan en las partes más periféricas del cuerpo; la cabeza, las manos y los pies.
La reflexología ya era conocida hace cinco mil años en la India y en China y se utilizaba con fines preventivos y diagnósticos. En Egipto, se han descubierto hallazgos arqueológicos (2330 a.C.) que contienen la representación de un masaje reflexológico plantar y palmar.
Desde Egipto hasta nuestros días la historia de la reflexología no está muy clara, hay quienes sostienen que los mayas e incas ya la conocían puesto que las tribus indias de Norteamerica la venían utilizando desde siempre, según investigaciones del Dr. Harry Bond Bressier encontramos notícias aisladas relativas a esta masoterapia en todo tiempo y lugar.

La obstrucción en las zonas energéticas se manifiesta como dolor, limitación de movimientos, alteraciones en la circulación sanguínea y linfática. Las toxinas van acumulándose en la planta del pie y sedimentándose en forma de pequeños cristales, cuando éstos cristales se rompen por la presión ejercida sobre el área, la sangre los remueve, permitiendo que la corriente energética alcance nuevamente el punto final de la extremidad del circuito, reestableciendo el equilibrio energético. El masaje reflexológico coopera con la fuerza vital propia del organismo para recuperar la salud.
Los efectos de la reflexología podal

- remueve los depósitos de toxinas, facilitando su eliminación.
- actúa sobre las congestiones y bloqueos de los circuitos energéticos.
- mejora la circulación sanguínea y linfática.
- normaliza el funcionamiento de órganos y glándulas, activando o inhibiendo su actividad.
- relaja cuerpo y mente, siendo muy recomendable para aliviar estados de estrés.
- equilibra todos los sistemas del cuerpo.
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